Dice un viejo proverbio chino: «corrige al sabio y lo harás más sabio; corrige al necio y lo harás tu enemigo».
Qué complicado es esto de corregir… Si lo pensamos bien, corregir es ayudar a hacer las cosas mejor. Pero no siempre se entiende bien esta ayuda. Seamos honestos, ¡Es que no siempre es ayuda! Que lo tomemos de una u otra manera depende de muchos factores.
Es fundamental la FORMA de corregir. Se puede hacer desde el deseo de ayudar, de mejorar o desde una motivación menos honrosa como la envidia, la venganza, la rabia, el rencor… Sea cual sea la motivación que lleve a corregir, suele notarse. Por eso unas veces se reacciona mejor a la corrección y otras peor.
Es importante también QUIÉN realiza esa corrección. Cuando la realiza una persona sin autoridad o sin entidad moral para hacerlo (sin estatus o sin estar en condiciones de corregir algo para lo que no resulta ejemplar), la corrección no se acoge con agrado. Cuando quien corrige tiene posición para hacerlo y además es modelo de conducta, resulta mucho más fácil acoger la instrucción.
Por otro lado está el CONTENIDO de la corrección. Hay veces que lo que se corrige resulta poco relevante para la persona corregida y entonces, no se plantea problema alguno. Resulta más difícil cuando la corrección se realiza sobre un tema controvertido: que pueda avergonzar, ridiculizar, cuestionar su valía o desvelar algo que estaba oculto. Esto es más difícil de encajar.
Otro factor es la OPORTUNIDAD. No es lo mismo una corrección hecha en el momento oportuno, que una hecha fuera de lugar. Esta última siempre sienta peor.
El PÚBLICO también es importante. Las correcciones deben ser privadas, sobre todo cuando son desagradables o resultan de relevancia. En privado la acogida será mayor, en público provocar repulsa.
Las FORMAS son importantes. Hay que ser elegante hasta para corregir. Un mal tono o unas palabras inadecuadas pueden invalidar una corrección al provocar el rechazo del mensaje.
Dejamos para el final al RECEPTOR de la corrección. Este elemento también es fundamental. Como dice el proverbio si corriges al Sabio lo harás más sabio. Pues el sabio además de inteligente, será humilde y acogerá la lección como aprendizaje. Si corriges al necio el resultado será funesto. Además de estar poco capacitado, es soberbio y eso hace que rechace la corrección por resultarle molesta e inadecuada. No es capaz de ver en ella una oportunidad de aprender y ante la ofensa, te convertirá en su enemigo.
Como ves, no es tan sencillo como parece. Tenemos que tener en cuenta muchos factores a la hora de corregir o aceptar una corrección, pues de ello dependerá la acogida del mensaje.
¿Cómo lo ves tú?
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